Cierta vez en que cruzaba
a las doce de la noche
la Alameda de mi pueblo,
mi imaginación despierta
un monólogo de sombras
percibió una claridad.
En un kiosco donde antaño
nuestros padres escucharon
las delicias del trombón,
hay murmullos como quejas
de lúgubres parejas
en doliente procesión.
En mis aguas cenegosas
--dice un lago que presume
ser la Patria Nacional--,
yo he visto deslizarse
en grises tardes
todo un drama pasional.
Y en mi vientre crapusolo
--grita un caserón añoso,
a mujeres oloroso y a rosal--*
hay efluvios majestuosos
que trasuntan mistetriosos
imagen de castidad.
Derruída y empinada
una barranca reclinada
como sombra cenital,
también cuenta emocionada
--suave voz entrecortada--
la pasión crepuscular.
Alameda de mi pueblo:
un paisaje policromo
con olor de castidad,
por tus amplios corredores
han cruzado mis amores
y otros muchos cruzarán.
*Alguna vez centro de
crápula y escandalo
Texto: Soneto de la Rosa/Oscar Flores Tapia 1994.
Imagen: Alejadrro V. Carmona de fecha aproximada 1930.
