La idea
inicial del monumento a Acuña consistía en un conjunto donde aparecieran
el cuerpo o un busto colosal del escritor saltillense y una figura alegórica
representando a la Poesía. Esto se haría de bronce, contando además con un
pedestal hecho en mármol de Carrara o de piedra estatuaria de París.
Al término de
tres años, la obra terminada debía instalarse, a entera satisfacción del
Gobierno de Coahuila, en la ciudad de Saltillo, donde sería liquidado el saldo
de la obra.
El escultor Jesús Contreras debía iniciar su trabajo el día primero de julio de 1897.
El escultor Jesús Contreras debía iniciar su trabajo el día primero de julio de 1897.
A fin de cuentas se dedicó trabajar el conjunto escultórico en Mármol de Carrara.
El tema consistía en Acuña arrebatado por una Gloria alada. Pero no era un ángel, no, porque el cristianismo le había negado al suicida el acceso al Paraíso.
Era la Gloria, quien con su brazo extendido apunta al cielo, a sus pies, entre una multitud de rosas, aparece, sensualmente una mujer desfallecida con una lira en la mano.
Esta obra fue
llevada a la exposición Internacional de París, reconocido certamen de las
ciencias, artes e industria en 1900, en la terraza del pabellón mexicano
ocupando el sitio de honor.
La Exposición
Universal de 1900, se llevó a cabo entre el 15 de abril y el 12 de noviembre en
París; participaron 58 países, cubrió una superficie de 120 hectáreas, y parece
que fue visitada por 50’860,801 personas ‒cifra sorprendente en el siglo XIX‒.
Durante la exposición, también se llevaron a cabo los Juegos olímpicos de 1900.
Los
representantes de México recibieron un magnífico terreno sobe la ribera del río
en el límite de “L’avenue des puissances étrangères”, a un costado del Puente
de L’Alma y colindando con la escalinata del
“pabellón de los ejércitos de mar y tierra”; todo justo frente al N° 1
del Quai Branly –que a la sazón albergaba el Comisariado General de la
Exposición–, y del Palais de l'Alma (en el N° 11 del Quai Branly), edificio
diseñado en 1861 por Jacques-Martin Tétaz, para albergar “Les nouvelles écuries
pour la Maison de l'Empereur, Napoléon III” y que desde 1888 albergaba las
dependencias dedicadas a la estadística y meteorología del gobierno francés.
Jesús F.
Contreras había realizado buena parte de los bronces del pabellón de México en
la feria de 1889 como estudiante, y en México se había forjado una sólida
reputación como artista y empresario al organizar la “Fundición Artística
Mexicana”, responsable de muchas piezas de bronce entre las que destacan las
estatuas ecuestres al general Ignacio Zaragoza de Saltillo y Manuel González
Ortega en Zacatecas, el Monumento a la Independencia de Puebla, el bronce de
Josefa Ortiz de Domínguez en la plaza de Santo Domingo y una buena parte de las
esculturas que adornan en Paseo de la Reforma de la Capital. Además, desde 1898
comandaba “Alfarería Artística S.A.” que producía mayólicas y terracotas
decorativas. Contreras había presentado en 1899 un proyecto alterno al de Anza
para el pabellón de México, ofreciendo además sus servicios de manera gratuita
pare encargarse de un proyecto de gran fastuosidad.
Además de
enviar varias obras, Contreras se desempeñó como comisionado general de Bellas
Artes durante la exposición y consiguió como célebre artista, poner a México en
una nueva posición, donde ya no solo se veía al país como proveedor de materia
prima, sino como una nación capaz de un notable desarrollo, cosa manifiesta en
la sublime producción artística
En la
contabilidad final, en el pabellón mexicano se registraron 478 expositores y la
cifra de visitantes se estimó en los dos millones, luego de casi seis meses de
exhibición. Con orgullo se publicó que se habían recibido un total de 1088
premios, destacando 34 “Grandes Premios” y 114 medallas de Oro.
Hubo
innumerables menciones en la prensa francesa relacionadas con la presencia de
México en la feria de 1900 y a muchos sorprendió que la acogida general fuera
muy favorable hacia el pabellón.
Fuentes:
Gazeta Saltillo julio 2011/Carlos Recio Davila, Saltillo Mágico Tomo I/Arturo
Villarreal Reyes.
Imágenes y
textos: Rafael Fierro Gossman./ Grandes Casas de Mexico.
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