El 6 de marzo de 1811 en la madrugada llegó a Saltillo, Coahuila don Miguel Hidalgo y Costilla, después de haber salido desde Zacatecas, acompañado de Fray Gregorio de la Concepción, hospedándose en la casa que fuera de don Manuel Royuela, ubicada hoy en el cruce de Hidalgo y Aldama.
El Cura de Dolores, dos días después de haber llegado a Saltillo, presentó su renuncia irrevocable como Jefe del Ejército Insurgente, jefatura de la cual se le había despojado injustamente en la Hacienda de Pabellón, Aguascalientes, donde Allende y los demás jefes atribuyeron las últimas derrotas sufridas a la mala dirección de Hidalgo, obligándolo a renunciar al cargo de Generalísimo. Hidalgo se sometió ante el acoso de sus compañeros, pero al llegar a Saltillo presentó su renuncia, misma que le fue aceptada en una asamblea de jefes militares nombrándose en su lugar a don Ignacio Allende y como Capitán General de las Armas Americanas a don Mariano Jiménez.
En una junta celebrada en Saltillo el 16 de marzo entre los insurgentes se acordó dejar en la plaza a don Ignacio López Rayón, con 2,500 hombres y 22 cañones, en tanto que los principales caudillos, se aprestaban a salir a Estados Unidos.
“El Indulto, nos es para defensores de la Patria…”
En Saltillo ocurrió un hecho notable: Don José de la Cruz, Comandante General de la Nueva Galicia a nombre del Virrey, envió a los caudillos a Saltillo, un ofrecimiento de indulto si abandonaban las armas, al cual contestó Hidalgo en uno de los párrafos de su carta respuesta: “El indulto, señor Excelentísimo, es para los criminales, no para los defensores de la Patria, y menos para los que son superiores en fuerzas. No se deje vuestra Excelencia alucinar de las efímeras glorias de Calleja; éstos son unos relámpagos que más ciegan que iluminan”.
Posteriormente se hicieron los preparativos para abandonar Saltillo y el Cura de Dolores, aprovechó para despedirse de muchos soldados que se quedaban hablándoles: “Hemos perdido grandes recursos, adquiridos con tanto afán y constancia, y con todo, no hemos perdido en fin sino un poco de tiempo que sabremos reparar”.
Don Miguel Hidalgo y Costilla, daba a entender claramente que regresaría para aniquilar totalmente a los españoles, pero nunca avizoraba lo que les esperaba en unos dos días más de camino.
La columna de Insurgentes abandonó Saltillo, Coahuila, como se había planeado el 17 de marzo de 1811 con rumbo al norte, compuesta de 1,500 hombres y dotada de 24 cañones, con un fondo de más de medio millón de pesos.
En la Imagen: Guardia en Honor en el Monumento a Miguel Hidalgo en la Alameda Zaragoza, Oscar Flores Tapia./1978
Información: Periodistasenlinea.org
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